El fin del pedagogo/educador social es la mejora de la persona en sus relaciones humanas y tiene que ocuparse en la teoría y en la práctica de que se realice esta mejora.
El proceso de socialización es por el que el individuo se hace miembro de una sociedad determinada y por el que adquiere determinada personalidad. La poderosa influencia social deja margen a la reflexión y decisión personales. La relación entre personalidad y pertenencia a una sociedad es un hecho comprobado. Entendemos socialización en sentido descriptivo y normativo.
La exigencia de formar hombres libres, desarrollados y socializados requiere de una instrucción social pero necesita fomentar en los individuos actitudes y virtudes sociales que les preparen determinados tipos de comportamiento. La Educación Social ha de ser personalizadora y moral. Las normas morales nos prescriben un modo determinado de conducta y los principios morales son una guía para elegir entre modos de conducta
Los educadores han de proponerse hoy iniciar a los individuos, de manera consciente y reflexiva, en la práctica de las virtudes sociales, y ello en el campo general de la sociabilidad, como en los ámbitos ciudadanos y políticos más concretos. La formación cívica y la política están encuadradas dentro de la “educación para la convivencia (cívica)” que en España tiene 2 objetivos: a) Formación de la conciencia moral de los sujetos y b) Formación para la participación.